Su matrimonio con la princesa Caula Voria no fue tan idílico. Querida y admirada por su pueblo, la emperatriz deslumbraba por su belleza, pero, en el fondo, no era más que una mujer arrogante y ambiciosa. Se sirvió de su feminidad para atrapar a Uriel, que pronto comprendió su error y empezó a detestarla. Se odiaban con saña y buscaban la forma de herirse mutuamente, aunque las verdaderas víctimas de la infeliz pareja fueron sus hijos.
Uriel tenía una mente inquieta y grandes ambiciones, por lo que enseguida superó a su maestro en las artes de la diplomacia y la intimidación, como demuestra el éxito que obtuvo cuando cooperó con la Casa de Hlaalu para introducir la cultura imperial y el desarrollo económico en Morrowind. Sin embargo, también era orgulloso y excesivamente confiado. Ocultándose bajo una inofensiva apariencia de mentor que se había visto superado por su discípulo, Jagar Tharn henchía la vanidad de Uriel para ganarse su confianza. Después lo traicionó y lo aprisionó en Oblivion mientras que, en secreto, usurpaba el trono imperial.De lo que no cabe duda es de que esta vivencia le cambió profundamente. En el año 389 de la Tercera Era, Uriel se caracterizaba por su juventud, orgullo, energía y ambición. Cuando lo rescataron, volvió envejecido. Al recuperar el trono durante la Restauración, se tornó un hombre serio, paciente y precavido. A diferencia de la línea que siguió en su juventud, atrevida e incluso impulsiva en ocasiones, su nueva política reflejaba su pesimismo y actitud conservadora. Uriel justificó este cambio como una reacción y rechazo a las recomendaciones y enseñanzas de Jagar Tharn. Su exilio le desgastó tanto física como mentalmente, aunque siguió conservando su astucia y adaptabilidad.
La excelente trilogía de Stern Gamboge, Biografía de Barenziah, recoge con todo detalle la crónica de cómo Tharn suplantó la identidad del emperador mágicamente, de cómo la reina Barenziah desenmascaró al impostor y del papel que jugaron el rey Eadwyre, Ria Silmane y su adalid en la reconstrucción del Báculo del caos, la derrota del renegado mago imperial y la restitución de Uriel en el trono. Con objeto de no prolongar la lectura demasiado, se resumirá brevemente lo acontecido. La mala administración y la negligencia de Jagar Tharn en los asuntos del reino provocaron un declive económico, lo que propició que varios reyes y nobles insignificantes desafiaran la autoridad del Imperio, y que algunos gobernantes locales tanto en el este como en el oeste se levantaran disputándose la tierra y los derechos soberanos.Utilizó a su favor los conflictos internos derivados de la rígida religión del Tribunal de Morrowind y el arcaico sistema de gobierno impuesto por la Gran Casa. También aprovechó la amenaza que suponían para las numerosas colonias de Páramo de Vvarden las corruptas divinidades del Tribunal. Se valió de los misteriosos agentes de los Cuchillas y de la corte del rey Helseth en El Duelo para traspasar el poder político de la Gran Casa de Morrowind a los órganos consultivos de Helseth. Asimismo, aprovechó la caída de la ortodoxia del Tribunal para instaurar el culto a los Nueve Divinos y convertirlo en la religión oficial en los distritos de Hlaalu y Páramo de Vvarden.
Hasphat Anabolis explica con sumo detalle el establecimiento del culto a los Nueve Divinos en su obra de cuatro volúmenes "Vida y periodo histórico de los nerevarinos", aunque no acierta a resolver el principal enigma que encierra esta etapa: ¿qué sabía Uriel de las profecías de los nerevarinos y cómo llegó a desentrañarlas? La solución a este misterio, y a otros muchos, se encuentra en la documentación privada del emperador, que se conocerá tras su muerte o cuando se acabe con el secretismo de los agentes de los Cuchillas.