os corazones heroicos,
dos llaves ocultas,
un sacerdote caído,
que yace debajo.
Salve Sarek, salve Torsten.
Alzadlos en vuestras canciones.
¿Quién engañó a Otar, el rey loco?
¿Quién rescató a Ragnvald para todos?
¡Otar! El que fue nuestro jefe.
Glorioso en la batalla,
ecuánime en sus juicios.
Esos días acabaron con dolor.
Voces oscuras susurraban
en la mente de Otar,
y su nobleza respondía a gritos.
Otrora bueno, ahora un sacerdote pusilánime.
Buenas gentes de Ragnvald,
nórdicos buenos y sinceros
doblegados por su voluntad,
y nuestra ciudad devorada viva.
¡Enviad a Sarek!
¡Enviad a Torsten!
Espíritus resueltos
con espadas que no flaquean.
Otar fue doblegado,
pero no destruido.
Fue atado y contenido.