Cuando Trechto tenía ocho años, encontraron y apresaron a los contrabandistas. Hay quien cuenta que la madre de Trechto, mujer beata, ignorante y temerosa de su marido, fue quien los delató, pero no es el único rumor al respecto. Los contrabandistas fueron castigados sin juicio previo. Dejaron colgado el cadáver de su padre durante varias semanas, en el verano más tórrido que se recuerda en Sollicich-on-Ker desde hace siglos.
Tres meses después, Trechto se escapó de la hacienda de Gyrnasse. Llegó hasta Alinor, en medio de la isla de Estivalia. Una banda de trovadores lo encontró a las puertas de la muerte, acurrucado en una zanja a un lado del camino. Lo cuidaron hasta que se recuperó y lo hicieron recadero a cambio de su manutención y cobijo. Uno de los trovadores, adivino de nombre Heliand, puso a prueba a Trechto y descubrió que, aunque tímido, el chico era prodigiosamente inteligente y adelantado a pesar de sus circunstancias. Heliand vio que el chico era un plebeyo, pues él mismo se formó como místico en la isla de Arteum.
Cuando la compañía actuaba en el pueblo de Potansa, en el extremo oriental de Estivalia, Heliand se llevó a Trechto, que solo tenía once años, a la isla de Arteum. El maestro de la isla, Iachesis, vio el potencial de Trechto y lo acogió en calidad de pupilo bajo el nombre de Vano Galerion. Y así, en aquella isla de Arteum, Vano entrenó cuerpo y mente.