Elder Scrolls
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6 de Culminación solar, 411 de la Tercera Era Kambria, Roca Alta
M letteri querido Koniinge:

Espero que esta carta te llegue en Sadrith Mora. Han pasado muchas semanas sin noticias tuyas, y espero que la dirección que tengo para escribirte aún sirva. Le di al mensajero oro de más para que si no te encuentra, trate de investigar sobre tu paradero. Como puedes ver, tras una travesía bastante tediosa al fin he llegado desde Bhoriane a mi principado favorito de Roca Alta, la sorprendentemente culta y siempre fascinante Kambria. Inmediatamente me he instalado en una de las mejores bibliotecas de por aquí, recuperando el contacto con los lugareños y sus historias. A riesgo de sonar demasiado optimista, creo que puedo haber dado con algo muy interesante sobre ese misterioso tipo, Hadwaf Neithwyr.

Muchos en el pueblo lo recuerdan, pero pocos con afecto. Cuando Hadwaf Neithwyr se marchó, también lo hizo una gran peste. Nadie cree que sea una coincidencia.

Según mis contactos de por aquí, Azura no es la única a la que sirve. Puede ser que cuando convocó a los daedra y aceptó su Estrella, estuviera haciéndolo en nombre de alguien llamado Baliasir. Aparentemente, Neithwyr trabajaba para este Baliasir de alguna forma, pero nunca conseguí que nadie me dijera a qué se dedicaba exactamente Baliasir, ni lo que hizo Neithwyr por él. Zenithar, el dios del trabajo y el comercio, es la deidad más reverenciada en Kambria, lo que resultaba muy oportuno para mis propósitos (es decir, para nuestros propósitos), pues la gente es receptiva de forma natural al soborno. Y sin embargo no me sirvió de mucho. No podía encontrar nada específico sobre nuestra presa. Tras días de investigación, una vieja me recomendó que fuera a una aldea cercana, llamada el Jardín de Grimtry, y que buscase al enterrador. Partí hacia allí de inmediato.

Sé que te impacientas con los detalles y que no te interesa demasiado la arquitectura bretona, pero si alguna vez te encuentras en la parte media de Roca Alta, no puedes dejar de visitar esta pintoresca aldea. Como otros pueblos similares de Roca Alta, hay una gran muralla alrededor. Además de ser un detalle pintoresco, es un vestigio del pasado turbulento de la región y una barrera muy útil contra las criaturas sobrenaturales que a veces acechan por el campo. Enseguida te contaré más sobre eso.

Descubrí que en realidad el cementerio está fuera de las puertas de la ciudad. Los lugareños me advirtieron que esperase hasta la mañana siguiente para hablar con el enterrador, pero estaba impaciente por conseguir información y no quise perder ni un momento. Caminé por los bosques hasta el solitario cementerio e inmediatamente encontré al anciano enterrador. Me dijo que me fuera, que la tierra estaba encantada y que si me quedaba, correría un grave peligro. Le dije que no me iría hasta que no me dijera lo que sabía de Hadwaf Neithwyr y de su patrón, Baliasir. Al oír sus nombres, huyó adentrándose más en el revoltijo de lápidas rotas y mausoleos decrépitos. Naturalmente fui tras él.

Le vi bajar con dificultad a una enorme cripta y lo seguí. Dentro no había luz, pero había tenido la previsión de traer una antorcha. En cuanto la encendí, escuché un largo y salvaje aullido que desgarró el silencio y supe que el enterrador había huido rápidamente no solo porque temiera hablar de Neithwyr y Baliasir. Antes de ver a la criatura, pude oír su pesada respiración y el ruido de las garras de sus pies sobre la piedra acercándose a mí. El hombre lobo emergió de la penumbra, marrón y negro, con mandíbulas babeantes, mirándome con los ojos del enterrador, ahora dominado solo por el hambre animal.

Instantáneamente tuve tres reacciones instintivas distintas. La primera fue, obviamente, huir. La segunda fue luchar. Pero si huía, tal vez no volviera a ver al enterrador y jamás podría enterarme de lo que sabía. Si luchaba, podría herir o incluso matar a la criatura, lo que sería aún peor. Así que elegí optar por la tercera posibilidad: no dejarme intimidar y mantener a la criatura dentro de aquella tumba hasta que llegase la mañana y el enterrador volviera a ser humano.

Me he entrenado bastante en luchas sin armadura, pero evidente nunca me había jugado tanto, y menos contra un oponente tan salvaje. Mi mente siempre estuvo en peligro, no solo por el riesgo de sufrir una herida sino de adquirir la temida enfermedad de la licantropía. Eludí cada embestida de sus garras, cada mordisco de sus mandíbulas llenas de espumarajos. Me hice a un lado cuando trató de cargar contra mí, pero no me alejé de él para que no se escapase hacia la noche. Luché contra él durante horas, siempre a la defensiva mientras intentaba liberarse, matarme o ambas cosas. No tengo ninguna duda de que un hombre lobo tiene mayores reservas de energía que un hombre, pero es una bestia y no sabe reservar y refrenar sus movimientos. Cuando llegó el amanecer, los dos estábamos casi inconscientes por la fatiga, pero recibí mi recompensa. La criatura volvió a convertirse en un hombre.

Ahora era considerablemente más amistoso de lo que lo había sido antes. De hecho, cuando se dio cuenta de que había evitado que saliese a realizar su salvaje incursión nocturna por el campo, se volvió decididamente afable.

Esto es lo que he averiguado: Neithwyr nunca volvió a Roca Alta. Por lo que sabe el anciano, aún sigue en Morrowind. Visité la tumba de su hermana Peryra y me enteré de que probablemente Neithwyr conoció a su patrón a través de ella. Parece que era una cortesana muy conocida de su época que había viajado mucho, aunque eligió volver a su hogar para morir. Al contrario que Neithwyr, Baliasir no está muy lejos de mí. Es un personaje enigmático, pero últimamente, según el enterrador, ha estado tratando de ganarse el favor de la reina Elysana en Quietud. Voy a partir de inmediato.

Por favor, escríbeme tan pronto como puedas hablándome de tus avances. Yo espero estar en Quietud, en casa de mi amiga lady Elysbetta Moorling, dentro de una semana. Si Baliasir está en la corte, lady Moorling tendría que poder presentarnos.

Tengo confianza en afirmar que estamos muy cerca de la Estrella de Azura.

Tu amigo,

Charwich
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