La pequeña princesa Barenziah y su niñera fueron halladas entre estos escombros. El general imperial Symmaco, elfo oscuro, insinuó a Tiber Septim que la niña podría serles de utilidad, por lo que le asignaron un tutor real recientemente retirado del ejército imperial.
Sven Advensen acababa de recibir el título de conde al jubilarse; sus predios eran una pequeña villa llamada Llanura Oscura que se encontraba en el centro de Skyrim. El conde Sven y su esposa criaron a la princesa como si de su propia hija se tratase y procuraron educarla como corresponde a su linaje, con especial cuidado de inculcarle las virtudes imperiales: obediencia, discreción, lealtad y piedad. Dicho en pocas palabras, su formación debía hacer de ella toda una mandataria de Morrowind.
Con el tiempo, Barenziah fue adquiriendo belleza, gracia e inteligencia. De carácter dulce, era la alegría de sus padres adoptivos y los cinco hijos menores de estos, que la querían como a una hermana mayor. Aparte de su grácil aspecto, se distinguía del resto de muchachas de su clase por su gran identificación con la naturaleza y su tendencia a abandonar sus quehaceres en el hogar para pasear por bosques y campos.
Barenziah estuvo feliz y contenta hasta los dieciséis años, cuando un perverso mozo de cuadras huérfano, con quien había trabado amistad por pena, le contó que había oído una conspiración entre su tutor, el conde Sven, y un visitante guardia rojo para venderla como concubina en Rihad, ya que ningún nórdico ni bretón quería casarse con ella por su piel negra, y ningún elfo oscuro la quería debido a su educación extranjera.
"¿Qué debo hacer?", se preguntaba la muchacha entre llantos y temblores, pues era tan inocente y confiada que jamás se le ocurrió que su amigo, el mozo de cuadras, pudiera mentirle.
El malvado muchacho, de nombre Straw, le dijo que debía huir si en algo estimaba su virtud, pero que la acompañaría para protegerla. Henchida de pena, Barenziah aceptó el plan y esa misma noche se disfrazó de mozo para escaparse con Straw hasta la vecina villa de Carrera Blanca. Tras unos días en dicha localidad, consiguieron trabajar de guardas en una caravana de mercaderes. La caravana se dirigía hacia el este por caminos secundarios para evitar las aduanas establecidas por ley a lo largo de las rutas del Imperio. De esta manera, la pareja eludió a quienes los seguían hasta llegar a la ciudad de Rifton, donde interrumpieron momentáneamente su periplo. Allí se sintieron seguros, pues ya estaban cerca de la frontera de Morrowind y había muchos elfos oscuros en la zona.